Doctora de la Iglesia
Yo toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.
Tirome con una flecha
enarbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
que es mi Amado para mí
y yo soy para mi Amado.
viernes, 5 de septiembre de 2008
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