jueves, 4 de septiembre de 2008

Nicholas Roerich

SHAMBALA

Quienes han conocido a los Maestros en vida, saben lo simples, armoniosos y bellos que son. La misma atmósfera de belleza debe invadir todo lo que se aproxima a su región. Las chispas de su llama deben penetrar en las vidas de los que esperan al que pronto llegará.

¿Cómo conocerlos? Sólo son los más dignos. ¿Cómo esperar? Fusionándonos con la Belleza. ¿Cómo abarcar y retener? Llenos de esa valentía concedida por la conciencia de la belleza. ¿Cómo venerar? Como en presencia de la belleza que hechiza hasta sus enemigos.

En la profunda penumbra, brillante con una gloria sin igual, resplandece la Estrella de la Madre del Mundo.

Desde abajo, renace la ola de la sagrada armonía. Un pintor tibetano de iconos toca su canción en una flauta de bambú ante la imagen sin terminar de Buda Maitreya. Al adornar la imagen con todos los símbolos del santo poder, este hombre, con la larga trenza negra, a su modo, ofrece su mayor regalo a Aquel que es Esperado. Así traeremos la belleza a las personas: ¡simple, bella, valientemente!

Talai-Pho-Brang, 1924

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