jueves, 25 de septiembre de 2008

Santa Teresa de Calcuta


ORAR

* El motivo que debe empujarnos a ser santos no debe ser otro que permitir que Cristo viva su vida en nosotros.

* Los filamentos de las bombillas son inútiles si no pasa la corriente.

Vosotros, yo, somos los filamentos. La corriente es Dios.

Tenemos la posibilidad de permitir a la corriente pasar a través de nosotros y de utilizarnos para producir la luz del mundo.

* Con frecuencia, una mirada ferviente, confiada, profunda a Cristo puede transformarse en la más encendida oración.

«Yo le miro; Él me mira.» No hay oración mejor.

* Hoy, como siempre, Cristo está en los pobres que no son amados, que carecen de empleo, de cuidados, que no tienen ropas ni hogar.

En esos pobres que se llegan a considerar un peso para la sociedad y el Estado. Nadie tiene tiempo para ellos.

Somos yo y vosotros, en cuanto cristianos dignos del amor de Cristo si nuestro amor es auténtico, quienes tenemos que ir en su busca y ofrecerles nuestra ayuda.

Ellos están ahí para que les salgamos al encuentro.

* No deberíamos servir a los pobres como si fuesen Jesús.

Debemos servirlos porque son Jesús.

* Los pobres no tienen necesidad de nuestras actitudes paternalistas ni de nuestra compasión.

Sólo necesitan nuestro amor y nuestra ternura.

* Alguien me dijo en cierta ocasión que ni por un millón de dólares se atrevería a tocar a un leproso.

Yo le contesté:

- Tampoco yo lo haría. Si fuese por dinero, ni siquiera lo haría por dos millones de dólares. Sin embargo, lo hago de buena gana, gratuitamente, por amor de Dios.

* No presto atención a las estadísticas. Lo que importa son las personas. Yo me fijo en una persona a la vez. Sólo hay uno: Jesús.

* En los países desarrollados existe una pobreza íntima, una pobreza de los espíritus, de soledad, de falta de amor.

No hay enfermedad mayor en el mundo de hoy que esa suerte de pobreza.

* Hay quienes me recuerdan lo que cierta revista dijo respecto a mí, describiéndome como una «santa viviente».

Si alguien ve a Dios en mí, no puedo sino sentirme feliz por ello.

Yo veo a Dios en todos, pero de manera especial en los que sufren.

*Además del silencio de la lengua existe también el silencio de los ojos, que nos permite ver a Dios.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"Yo veo a Dios en todos, pero de manera especial en los que sufren."

Yo veo a Dios en todos, sin embargo lo veo de manera especial en los que aman incondicionalmente.

Anónimo dijo...

Madre Teresa era venerada en vida porque en ella se veia a Dios. Se Le veia tan facilmente porque todos los que la conocian sentian su amor incondicional.

Madres-Teresas hay pocas, gente que sufre,hay una inmensidad. Incluidos los que aman incondicionalmente como ella,que tambien sufren.

Ella era muy inteligente, quería ver a Dios siempre, estar con El siempre. Viéndolo especialmente en los que sufren tenia muchas más oportunidades de ver a Dios en sus hermanos.

Anónimo dijo...

De anónimo I a anónimo II:

Viéndolo especialmente en los que sufren parece que creyeras que Dios está más en ellos que en los que sufren algo menos.

Entonces...¿tenemos que sufrir más para ver más a Dios?

Anónimo dijo...

Pienso que cuando estás realmente en conexión con Dios y estás dando con verdadero amor, comprendes que los que sufren están también prestando un servicio a todos y sientes más el deseo de amarlos. Te brindan la oportunidad de dar porque a menudo están abiertos a recibir.

Pero los que sufren no sólo están en los países del tercer mundo. La humanidad entera está sufriendo algo.

Anónimo dijo...

¿Los que sufren prestan un servicio a todos porque sufren?

¿Y por qué sufren?

¿Será porque se sacrifican?

¿Y por qué se sacrifican si el amor no es sacrificio?

Anónimo dijo...

¡Vaya cómo pica!

Anónimo dijo...

Creo que la Madre-Teresa es un maravilloso ejemplo de amor incondicional genuino, que todos podían compartir con ella. Sobremanera, aquellos que sufrían, puesto que ella llevaba el Amor de Dios consigo hasta las profundas oscuridades de lo humano.

Pero creo que los que sufren puede que anhelen a Dios, que lo amen a muerte, pero en su escenario no están siendo lo que Dios quiso para ellos.

Dios nunca quiso el sufrimiento para sus hijos; más bien son sus hijos los que parecen elegirlo, unos sabiendo que lo hacen y otros sin saberlo... pero ahí estamos.

Si todas las células de mi cuerpo físico eligieran el sufrimiento probablemente mi cuerpo dejaría de existir muy pronto.

Madre-Teresa estaba ya tan cerca de Dios que lo veía en todas partes, y así iba contagiando su amor en aquellos que más lo necesitaban; que son todos los que no se aman a sí mismos como Dios ama al Hijo de Dios que somos todos.

Anónimo I, amando.

Anónimo dijo...

Hay tantas razones por las que sufrir. El humano es tan creativo que se ha inventado un sinfín de maneras. El sacrificio puede ser una, pero también existen otras razones que producen sensaciones de sufrimiento.

Anónimo III También amando a mi manera.