miércoles, 8 de octubre de 2008

Stephen R. Covey


LOS SIETE HÁBITOS DE LA GENTE ALTAMENTE EFECTIVA

Las leyes del amor y las leyes de la vida

Dag Hammarskjod, ex secretario general de la ONU, formuló cierta vez una observación profunda y de amplio alcance: «es más noble entregarse por completo a un individuo, que trabajar con diligencia por la salvación de las masas».

Entiendo que esto significa que puedo dedicar ocho, diez o doce horas al día, cinco, seis o siete días a la semana, a los millares de proyectos que están «allí fuera», y sin embargo no tener una relación profunda, significativa, con mi esposa, con mi hijo adolescente o mis compañeros de trabajo más próximos. Y requeriría más nobleza de carácter –más humildad, coraje y fuerza- reconstruir esas relaciones singulares, que seguir consagrando todas esas horas a una multitud de tareas y causas.

(…) Para crear la unidad necesaria en la conducción efectiva de una empresa, de una familia o un matrimonio, se requiere gran fuerza y coraje personales. En el desarrollo de relaciones, no se puede compensar la falta de nobleza del carácter personal con numerosas habilidades técnicas para la administración del trabajo. Es un nivel muy esencial, de persona a persona, donde vivimos las leyes primordiales del amor y la vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

la humildad a la hora de definir quienes somos en el mundo es una buena consejera.
¡Los acantilados de la existencia son testigos de tantos naufragios por causa de la ignorancia, la ambición y el orgullo!

Gracias por recordarnos la eficacia de la sencillez.

Anónimo dijo...

muy bonitas las palabras de Dag Hammarskjod. Es más yo añadiría que sólo a través de las relaciones personales podemos alcanzar una relación de día a día con el Todo.

Además el amor para que tenga efecto ha de manifestarse. Muchas veces lo hace y es una pena que no se entiendan muchas de sus manifestaciones, como también que muchas personas no sepan comunicarlo y que pierdan el disfrutar de la experiencia del fluir libre del amor.

Gracias

Asun Rodríguez dijo...

La incomunicación y los malentendidos son una pena, como dices.

Así todo, el amor nos busca siempre y nunca se cansa de esperarnos. Está tan cerca de nosotros como nuestros corazones de niños.

Gracias.