viernes, 17 de octubre de 2008

Pico della Mirandola

DISCURSO SOBRE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

No te di, Adán, ni un puesto determinado ni un aspecto propio, ni función alguna que te fuera peculiar, con el fin de que aquel puesto, aquel aspecto, aquella función por los que te decidieras, los obtengas y conserves según tu deseo y designio. La naturaleza limitada de los otros se halla determinada por las leyes que yo he dictado. La tuya, tú mismo la determinarás sin estar limitado por barrera ninguna, por tu propia voluntad, en cuyas manos te he confiado. Te puse en el centro del mundo con el fin de que pudieras observar desde allí todo lo que existe en el mundo. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que –casi libre y soberano artífice de ti mismo- te plasmaras y te esculpieras en la forma que hubieras elegido. Podrás degenerar hacia las cosas inferiores que son los brutos; podrás –de acuerdo con la decisión de tu voluntad- regenerarte hacia las cosas superiores que son divinas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Gran Misterio el de la libertad!

Anónimo dijo...

Que bonito, Gracias. Hoy necesitaba algo así.