LIBRO DE VISIONES Y REVELACIONES
Tercera Revelación
(…) Vi con toda evidencia que Dios nunca cambia sus designios en nada, ni los cambiará jamás en la eternidad. Pues nada de su justo ordenamiento era desconocido para Él antes de que comenzara el tiempo, y por tanto todas las cosas estaban ordenadas, antes de que nada fuera creado, como lo estarán eternamente. Y nada fallará a este respecto, pues Él hizo las cosas totalmente buenas.
Por eso la santísima Trinidad está siempre plenamente complacida de todas sus obras, y Dios me reveló esto de la manera más bienaventurada, cuando dijo: «¡Mira! Yo soy Dios. ¡Mira! Yo estoy en todas las cosas. ¡Mira! Yo hago todas las cosas. ¡Mira! Yo nunca retiro mis manos de mis obras, y no las retiraré jamás. ¡Mira! Yo conduzco todas las cosas hacia el fin que he ordenado para ellas, antes que las creé. ¿Cómo alguna de ellas podría ser mala?». Así fue sondeada mi alma, poderosamente, sabiamente, amorosamente, en esta visión. Entonces vi en verdad que debía asentir, con gran reverencia y alegría en Dios.
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