CUENTOS JASÍDICOS
El mandamiento de amar
Un discípulo preguntó a Rabí Shmelke: “Se nos manda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. ¿Cómo puedo hacerlo si mi prójimo me ha agraviado?”
El rabí contestó: “Debes comprender esas palabras acertadamente. Ama a tu prójimo como algo que tú mismo eres. Pues todas las almas son una sola. Cada una es una chispa del Alma Original, y ésta es por entero inherente a todas las almas, tal como tu alma está en todos los miembros de tu cuerpo. Puede llegar a ocurrir que tu mano cometa un error y te pegue. ¿Pero tomarías un palo y la castigarías por haber obrado sin entendimiento, y aumentarías así tu dolor? Es lo mismo que si tu prójimo, que es una sola alma contigo, te agravia por falta de entendimiento. Si lo castigas, sólo te hieres a ti mismo.”
El otro continuó preguntando: “Pero si veo que un hombre es malvado ante Dios, ¿cómo puedo amarlo?”
“¿No sabes”, dijo Rabí Shmelke, “que el alma original nació de la esencia de Dios? ¿Y no tendrás piedad de él cuando veas que una de sus sagradas chispas se ha perdido en un laberinto y está casi asfixiada?”
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