jueves, 18 de diciembre de 2008

La Expectación del Parto. Nuestra Señora de la O


















Virgen de la Esperanza

Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena, la reacción espontánea de la persona normal es de temor, acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable, se vive en una espera atenta y presurosa, que va desde el anhelo y la ansiedad, hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.
Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. Era todo un Adviento.
Y como el Mesías llega por la Madre Virgen, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.
Virgen de la O; sí, simplemente O. Este nombre le viene a María porque las siete estrofas de Vísperas, que preceden a la Navidad, empiezan por “OH”, signo de expectativa y esperanza del pueblo de Israel, y especialmente de María, en la llegada de un salvador. Así, “Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo”... (día l7), etc. Por lo que Virgen de la O es sinónimo de Virgen de la Esperanza.

La fiesta de la Virgen de la Esperanza (18 de diciembre) se celebra en España desde tiempos muy antiguos, siendo establecida litúrgicamente en el décimo Concilio de Toledo (656), presidido por su obispo San Eugenio III, con el nombre de Expectación del Parto. Con ella querían resaltar la fiesta de la Anunciación (25 de marzo), que por caer muchos años en plena cuaresma, no permitía celebrar con el debido esplendor el misterio de la Encarnación de Verbo y el estado de buena esperanza de María.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me viene al recuerdo un estribillo de una canción popular:

La zarza ardía y no se quemaba,
la Virgen María doncella y preñada...

¡Oh!, siempre ¡oh! ante María, la llena de Gracia, vida, dulzura, esperanza nuestra. Dios te saluda, María, bendita, y tu sí a Dios por todos nosotros es el regalo más grande que ningún ser humano haya hecho. Madre de Dios y madre mía.

Anónimo dijo...

EL manto y el regazo de una madre, la matriz y la regeneración de la vida. Amén.