martes, 9 de diciembre de 2008

T.S. Eliot













OLD POSSUM’S BOOK OF PRACTICAL CATS

PONER NOMBRE A LOS GATOS


No creáis que es cosa fácil
poner nombre a vuestro gato.
Me diréis que estoy chiflado,
me llamaréis mentecato;
pero -os digo de verdad-
los nombres deben ser tres.
Uno para el uso diario:
Pedro, Alonso, Augusto, Andrés,
nombres serios, respetables,
pero nada originales.

Hay nombres más divertidos
para dama o caballero:
Platón, Electra, Esculapio,
Florinda, Sansón, Bolero.
Pero a un gato le conviene
tener un nombre especial,
uno que a él solo le cuadre,
un nombre particular.

¿Cómo podría, si no,
mantener la cola erguida,
atusarse los bigotes,
cortejar a su querida?

De estos nombres especiales
yo guardo todo un muestrario:
Munkustrap, Quaxo, Alarico,
Mandolina, Cerulario.

Pero hay un nombre secreto
que nadie puede acertar,
que sólo el gato conoce,
el gato, y ninguno más.

Cuando le veáis sumido
en honda meditación,
es porque está meditando
en la escondida razón
del nombre especial que tiene:
nombre inefable y efable,
nombre secreto, recóndito,
profundo, inescudriñable.


1 comentario:

Asun Rodríguez dijo...

En ese nombre único
que tenemos todos y cada uno,
es jugoso meditar.
Es el que recoge quién somos
y cuál es nuestra vocación.