martes, 25 de noviembre de 2008

Magnificat


















Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;

porque ha mirado la humillación de su sierva.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

Dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham

y su descendencia por siempre.

6 comentarios:

José Solís dijo...

¡Preciosa!

José Solís dijo...

El amor de la Madre Divina hacia todos sus hijos es impresionante.

Su manto protector y su seno acogedor son la antesala por la que todos podemos acercarnos sin temor, gracias a su dulzura y suavidad, al palacio del Rey del Universo.

¡Gracias Mamá!

Asun Rodríguez dijo...

¡Oh clemens,
Oh pía,
Oh dulcis virgo María!

Anónimo dijo...

Arca de la Alianza.

Asun Rodríguez dijo...

Aquí puedes ver la Letanía lauretana completa

Anónimo dijo...

Gracias por incluirla, ya la he visto. También podríamos hablar de María como Madre Tierra y Madre Cósmica. Las Diosas-madre de la prehistoria generadoras de toda Vida.