martes, 10 de febrero de 2009
José Bergamín
Duendecitos y coplas
Ahora no tiene hora
de tiempo en ningún reló:
ahora es ahora si yo
soy yo porque soy ahora.
Pudiera ser que a deshora
no estuviese donde estoy
si no fuera porque soy,
sin ser un seré ni un fui,
un yo, un ahora, un aquí,
que no es más que un hoy por hoy.
Pasado-mañana es quien
hará ayer de ese mañana:
pero pasado-mañana
será pasado también.
Y el-otro, yo no sé bien,
si es el mismo tiempo ido
o es un tiempo que no se ha ido
ni puede ser de ese modo
más que una sombra de todo
el tiempo que se ha perdido.
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4 comentarios:
Muy bonito el poema de Bergamín.
Es impresionante el vértigo que nos puede dar cuando observamos el paso del tiempo y especialmente, cuando nos resistimos a ello. Ese pretender aferrarse a un fluido en movimiento, como intentar sujetar un barco a merced del oleaje, genera sensación de impotencia, por tanto de incapacidad, desvalimiento, inseguridad, etc.
Me llama la atención el verso final:
más que una sombra de todo
el tiempo que se ha perdido
El verbo perder tiene un montón de acepciones: desde la primaria que significa dejar de tener o no encontrar, hasta otras más dramáticas como la de resultar vencidos (perder una batalla) o que se nos muera alguien (perdió a su madre), pasando por significados como no encontrar el fin o salida de algo (perderse en un laberinto), entregarse a un vicio o pasión (ligar le pierde), no saber seguir un razonamiento (se perdió la explicación).
A mi me encanta recordar uno de los significados: no sacar provecho o no disfrutar de algo (casi me pierdo ver la actuación de mi hijo).
De ahí que ese concepto que luego tuvo tanto éxito en la literatura (le temps perdu, el tiempo perdido) no me resulte gravoso por deseo de aferrarse, sino liviano por que ayuda a prevenir.
Surfeemos en las olas del tiempo para que nuestra vida permanezca sobre la continua pérdida del tiempo bajo nuestros pies.
Dejemos irse a los que van en otra dirección y vivamos alineados con nuestro propio centro estelar.
Y aunque creamos que no hemos empleado bien nuestro tiempo en algunas actividades o relaciones, superemos ese juicio con amplitud de miras pues nunca el tiempo es perdido.
Por cierto, hace mucho que no te alabo el trabajo de selección que haces con las imágenes. Me parece maravilloso ese efecto inspirador, me gusta intentar entender la relación que hay entre textos e ilustraciones.
En concreto la foto de hoy con el árbol -¿parece una mimosa?- hendido tras la tormenta o por el peso excesivo, junto a la construcción con piedra caliza y tejado de barro cocido, evoca tiempos de esperanza, momentos de tomar las riendas y avanzar resueltamente para superar los daños pasados y disfrutar de los gozos presentes.
¡Enhorabuena!.
Sí, es una mimosa, después de un temporal. Ahí la tienes, floreciendo...
hoy he visto un cerezo floreciendo...
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