viernes, 27 de febrero de 2009

Espíritu Santo: Respiración de amor















CÁNTICO ESPIRITUAL

Este aspirar del aire es una habilidad que el alma dice que le dará Dios allí en la comunicación del Espíritu Santo, el cual, a manera de aspirar, con aquella su aspiración divina muy subidamente levanta el alma y la informa y habilita para que ella aspire en Dios la misma aspiración de amor que el Padre aspira en el Hijo, y el Hijo en el Padre, que es el mismo Espíritu Santo, que a ella la aspira en el Padre y en el Hijo en la dicha transformación para unirla consigo; porque no sería verdadera y total transformación si no se transformase el alma en las tres personas de la Santísima Trinidad en revelado y manifiesto grado…

Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta, que el alma aspire en Dios, como Dios aspira en ella por modo participado; porque, dado que Dios le haga merced de unirla en la Santísima Trinidad, en que el alma se hace deiforme y Dios por participación, ¿qué increíble cosa es que obre ella también su obra de entendimiento, noticia y amor, o, por mejor decir, la tenga obrada en la Trinidad, pero por modo comunicado y participado, obrándolo Dios en la misma alma? Porque esto es estar transformada en las tres personas en potencia, y sabiduría, y amor, y en esto es semejante el alma a Dios, y para que pudiese venir a esto la creó a su imagen y semejanza.


San Juan de la Cruz: Cántico espiritual. C. 39 n. 3-4.

3 comentarios:

angélica beatriz dijo...

"Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta, que el alma aspire en Dios..."

Muy bellas son las palabras de San Juan de la Cruz. Son vientos de vida, son canto de amor y de fe.

Gracias Asunción querida.

Muchos besos.

José Del Moral De la Vega dijo...

Aspirar, respirar...¿No es acaso esa función fisiológica la más angelical de las que el hombre tiene?
¡Ay, Juan de la Cruz! ¿De donde vendría el aire que tú respirabas?
Muchas gracias, Asun, por regalarnos este vientecillo de las cosas de lo alto.
Un abrazo

Asun Rodríguez dijo...

Respirar a Dios en Dios, y Él respirar en nosotros, gracias al Espíritu o Pneuma Santo.
El Amor con el que se aman el Padre y el Hijo, que se expresa en una unión tan íntima en la cual ambos se respiran mutuamente, siendo este respirarse íntegramente la tercera persona de la Trinidad.
Creo que San Juan respiraba a Dios y Dios respiraba a san Juan. Literalmente.
Y gracias a que lo vivió, lo sabe y nos lo ha podido contar.

Besos, Angélica y Pepe. Y gracias.