sábado, 17 de enero de 2009

José Ortega y Gasset


















LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE

La relación de nuestra mente con las cosas consiste en pensarlas, en formarse ideas de ellas. En rigor, no poseemos de lo real sino las ideas que de él hayamos logrado formarnos. Son como el belvedere desde el cual vemos el mundo. Decía muy bien Goethe que cada nuevo concepto es como un nuevo órgano que surgiese en nosotros. Con las ideas, pues, vemos las cosas, y en la actitud natural de la mente no nos damos cuenta de aquéllas, lo mismo que el ojo al mirar no se ve a sí mismo. Dicho de otro modo, pensar es el afán de captar mediante ideas la realidad; el movimiento espontáneo de la mente va de los conceptos al mundo.

Pero es el caso que entre la idea y la cosa hay siempre una absoluta distancia. Lo real rebosa siempre del concepto que intenta contenerlo. El objeto es siempre más y de otra manera que lo pensado en su idea. Queda ésta siempre como un mísero esquema, como un andamiaje con que intentamos llegar a la realidad. Sin embargo, la tendencia natural nos lleva a creer que la realidad es lo que pensamos de ella, por tanto, a confundirla con la idea, tomando ésta de buena fe por la cosa misma. En suma, nuestro prurito vital de realismo nos hace caer en una ingenua idealización de lo real. Esta es la propensión nativa, «humana».

5 comentarios:

José Solís dijo...

En suma, nuestro prurito vital de realismo nos hace caer en una ingenua idealización de lo real
Ortega lo dijo claro. Y tu lo rescatas con delicadeza y precisión.
¡Qué fácil sería si de verdad fuésemos capaces de meter en nuestras cabecitas la realidad!
Sin embargo lo que se nos ha dicho desde siempre es que somos "parte de" y por tanto el todo no cabe en una de las partes. Es desde el humilde reconocimiento de ser "parte" desde donde podemos desarrollar un modo de pensamiento y conciencia que nos incardine en lo real.
En estos tiempos propicios para darnos cuenta del espejismo -individual y colectivo- en el que hemos vivido, tus aportaciones son excelentes para la reflexión sosegada sobre lo que hay, lo que somos y como queremos vivir.
Gracias.

Asun Rodríguez dijo...

Hola Sol. Hay quien dice que nunca podremos abarcar con nuestro conocimiento racional la totalidad, pero que en cambio sí que podemos abarcar la totalidad con el amor. Que nuestro corazón sí tiene la capacidad para ello.
Quizá por eso muchos pueblos antiguos situaban la mente en el corazón y no en el cerebro. También hoy en día, cuando habla de la mente en el ser humano, el budismo tibetano se refiere al corazón.
Podríamos aquí distinguir entre conocimiento, erudición y sabiduría.

El amor es el modo, el medio y el fin, de alcanzar el saber perfecto. Pero con el amor siempre nos movemos en paradojas: Si lo buscas por algo ajeno a sí mismo, ya estás fuera. Ahí nos da una señal de que no nos pertenece, pues otras facultades podemos utilizarlas sin estar sujetas a la intencionalidad que nos mueve a hacer uso de ellas. Por ejemplo, podemos querer saber para obtener poder, dinero, etc y esto no mermará nuestras capacidades en el terreno intelectivo. Pero el amor no, pues deja de ser amor en cuanto no es él mismo también nuestra intención, nuestra motivación, nuestra meta. El amor no se deja utilizar como un medio, siempre es un fin. Y si no, desaparece, no está, ¡ya no hay amor en nosotros, se ha ido!

Bueno, y quizá esto no viene muy a cuento con la entrada y el comentario, pero tenía ganas de decirlo.

Gracias, Sol, y a ver si te animas y nos cuentas algo más en tu blog, que ya se acabaron las vacaciones :)

José Solís dijo...

Uff!!
Lo pienso (bajo la lluvia) y luego, a la vuelta, escribo lo que se me escurra.
Gracias por el toque.
A pnsr!!!

Anónimo dijo...

La 'realidad' acecha contstántemente...



en la página 36.

Anónimo dijo...

Me parece q se plantean dos cuestiones:
1- La confusión q nace de creer q lo q pensamos en relación a algo es lo único preciso(base de la soberbia).
2- la separación q se supone q el pensamiento racional tiene q establecer respecto del sentimiento, para ser objetivo en sus deducciones (base de la ciencia moderna).