domingo, 25 de enero de 2009

Ludwig Wittgenstein











La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive. Si por eternidad se entiende no una duración temporal infinita, sino la intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente. Nuestra vida es tan infinita como ilimitado nuestro campo visual. La inmortalidad temporal del alma humana, esto es, su eterno sobrevivir aún después de la muerte, no sólo no está garantizada de ningún modo, sino que tal suposición no nos proporciona, en principio, lo que merced a ella se ha deseado siempre conseguir. ¿Se resuelve quizás un enigma por el hecho de que yo sobreviva eternamente? Y esta vida eterna ¿no es tan enigmática como la presente? La solución del enigma de la vida en el espacio y en el tiempo está fuera del espacio y del tiempo.

Ludwig Wittgenstein: Tractatus Logico-Philosophicus

3 comentarios:

José Del Moral De la Vega dijo...

Querida Asun, es muy "duro" el texto que nos has traido hoy; aunque yo estoy de acuerdo con el pensador. Quizá el único camino que nos queda es contemplar y aceptar, y quizá también por ello me gusta ir una y otra vez a la imagen del "Angelus", probablemente la escena cristiana más representada.
Un abrazo

javiguerrero dijo...

la vida solo es un pequeño y absurdo paréntesis de la muerte eterna. Así me gusta pensar

Anónimo dijo...

Creo que no es posible pensar en la eternidad, ni como una sucesión de eterno presente, ni como otra dimensiòn diferente a ésta de ahora,inmensa en el espacio y en el tiempo. Y creo que no es posible porque nuestra mente, finita, no puede abarcar ese concepto, así como tampoco puede abarcar el concepto de Dios, dentro de esa finitud. Lo que de El conocemos es a través de la revelación. Por la observación, sólo, seguiríamos adorando al sol, la luna...
Sin embargo, creo, que el alma, una vez atraviesa la puerta de la muerte, comienza una nueva clase de vida para siempre(eterna)en otro lugar diferente a esta tierra.
Complicado tema para un espacio reducido.
Un abrazo.