miércoles, 28 de enero de 2009

En el principio…

















La sabiduría enseña que el conocimiento de sí mismo es la llave de toda verdad. Si dejamos de lado el observador, el mundo observado se muestra vacío de sentido, de sustancia, de centro. La búsqueda de la verdad que consiste en precipitarse hacia fuera y proyectar toda la atención a los confines del espacio puede producir sólo un vacío ante uno mismo, y hacer que Dios retroceda indefinidamente.

Un minuto de reflexión nos permitirá terminar con los vértigos y las desesperaciones del Espacio Infinito.

Cuando Jaime va al sastre, se coloca frente al doble espejo. De inmediato, ve aparecer a su alrededor –y hasta el horizonte- a una multitud de Jaimes.

Jaime no se pregunta por qué el sastre se toma el trabajo de vestir a todas esas personas, ni trata de calcular cuántos metros de tela le hacen falta. No siente hacia esa multitud ni atracción, ni miedo. Su mirada no se ahoga en perspectivas. Se mira a sí mismo, y se reconoce en el espejo.

Hagamos como él, sabiendo que el espacio infinito es un juego de espejos.

Lanza del Vasto: La subida de las almas vivas

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo el consejo.

Asun Rodríguez dijo...

Lanza del Vasto solía y suele dar buenos consejos.

José Solís dijo...

Creo que en la oración por los buscadores de verdad que la Comunidad del Arca realiza los miércoles, se menciona algo similar acerca de los riesgos del juego de espejos.
¿La tienes a mano para colgarla?

Gracias por tus artículos, Gaudiosa.

Asun Rodríguez dijo...

Esa oración está en esta dirección:

http://gaudiosa.blogspot.com/2008/11/lanza-del-vasto.html

Gracias a ti.

José Solís dijo...

Ya me parecía recordar que la habías puesto. El final de la oración es este:
Para que el Espíritu Santo nos introduzca en la comprehensión de todo lo que se nos había enseñado, haz que un día, para ellos y para nosotros, la verdad ya no sea un enigma ni un juego de espejos, sino que conozcamos como somos conocidos.
Cara a cara en tu gozo, tu gloria y tu amor.
Cara a cara, cara a cara, en tu gozo, tu gloria y tu amor.
Amén.