lunes, 30 de marzo de 2009

Schopenhauer














Si la pluralidad y la distinción pertenecen únicamente a este mundo de apariencias, y si es el mismo Ser el que es visto en todos los seres vivos, entonces, la experiencia que disuelve la distinción entre yo y no-yo no puede ser falsa. Por el contrario: su opuesto debe ser falso. La experiencia mencionada subyace al misterio de la compasión y se manifiesta, de hecho, como una realidad de la que la compasión es la principal expresión. Esa experiencia, por tanto, debe ser el fundamento metafísico de la ética y consiste simplemente en esto: que un individuo se reconozca en otro, él mismo en su verdadero ser.

A. Schopenhauer: El fundamento de la moral

2 comentarios:

Pele Ón dijo...

Jo, qué altura de miras... a ver si logro seguirte, por el momento, fascinante, tía.
En principio sólo distinguimos dos cosas. Nuestro ser por un lado, y el universo por otro.
Tras una complicadísima evolución, algunos llegan a eso, a reconocer en el otro a su propio ser. El arquetipo más claro pueda ser alguno de los grandes profetas, que nos hemos encargado de mitificar convenientemente: Jesús, Siddartha...
Lo malo es lo de siempre: los cogen los del departamento de marketing (mercadotecnia en castizo) y lo fastidian. Quien vea más allá de ello, tiene alguna oportunidad de conseguirlo, pero cuesta tanto, que yo esperaré alguna reencarnación más.
Bss

Agradecido dijo...

Hay silencios en el silencio como hay palabras en la palabra.
Robemos un instante de silencio para pronunciar una bella palabra:
Gracias