miércoles, 8 de abril de 2009

Pierre Teilhard de Chardin: Himno del Universo



















En este momento en que tu vida acaba de pasar, con un aumento de fortaleza, al sacramento del Mundo, gustaré, con una conciencia acrecentada, la fuerte y tranquila embriaguez de una visión cuya coherencia y armonías no logro agotar. Lo que yo experimento, frente y dentro del Mundo asimilado por tu carne, convertido en tu carne, Dios mío, no es ni la absorción del monista ávido de fundirse en la unidad de las cosas, ni la emoción del pagano prosternado a los pies de una divinidad tangible, ni el abandono pasivo del quietismo que se mueve a merced de las energías místicas.
Aprovechando algo de la fuerza de estas diversas corrientes, sin lanzarme contra ningún escollo, la actitud en que me sitúa tu presencia universal es una admirable síntesis en que se mezclan, corrigiéndose, tres de las más formidables pasiones que puedan jamás soplar sobre un corazón humano.
Lo mismo que el monista, me sumerjo en el Universo total; más la unidad que me recibe es tan perfecta que sé encontrar en ella, perdiéndome, el perfeccionamiento último de mi individualidad.
Lo mismo que el pagano, yo adoro a un Dios palpable. Llego incluso a tocar a ese Dios en toda su superficie y la profundidad del Mundo de la Materia en que me encuentro cogido. Mas para asirlo como yo quisiera (para seguir sencillamente tocándole) necesito ir más lejos, a través y más allá de toda limitación, sin poder jamás descansar en nada, empujado en cada momento por las criaturas y superándolas en todo momento, en un continuo acoger y en continuo desprendimiento.
Lo mismo que el quietista, me dejo mecer deliciosamente por la divina fantasía. Mas, al mismo tiempo, sé que la voluntad divina no me será revelada en cada momento más que dentro de los límites de mi esfuerzo. No palparé a Dios en la Materia, como Jacob, más que cuando haya sido vencido por él.

4 comentarios:

Pele Ón dijo...

La unión con el Uno (por empezar por el Tao) se ha descrito de mil maneras, todas bellísimas, todas diferentes e iguales. Y las envidio todas
Sin embargo, no conviene tampoco perderse por ahí. La tarea es mucha, los trabajadores pocos. Una vez allá, será otra cosa, pero por ahora es lo que es (puñetero materialista, siento).
Un abrazo. Manolo

Blog de alma dijo...

Un himno de pasión

Anónimo dijo...

Gracias, Gaudiosa, por ser canal de la fuente de luz de la amo beber.

Amanda

Anónimo dijo...

que