lunes, 20 de abril de 2009
El hijo pródigo
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda.
Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."
Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta.
Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."
Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"
Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."
Lc 15, 1-3.11-32
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Esta es una de las parábolas de Jesús que más me impresionan. Hay que amar mucho a los hijos para dejarles ir, aún a sabiendas de que pueden correr peligros, y cada día el padre salía al camino por ver si el hijo volvía...Le vió de lejos e hizo una gran fiesta.
¡Maravilloso!
Gracias.
Un abrazo.
Ya he visto la película, pero es bonito recordarlo.
Bss
Esta historia, junto la de Marta y María, siempre me ha provocado una desazonante sensación de injusticia.
No entiendo que alguien que constantemente se salta las normas y dilapida su existencia en juergas, tenga más reconocimiento que el individuo abnegado que , a base de sacrificio, lucha día a dia por ser útil y dar amor a los que le rodean.
Aunque , lógicamente, a estas alturas de la película,no le voy a enmendar la plana al Jefe...
Bss
Esther, me parece muy acertado tu comentario: es más difícil dejar ir a los hijos que acogerlos si vuelven.
Un abrazo.
Pele, las buenas películas como los buenos libros siempre nos enseñan algo nuevo cuando las volvemos a ver.
También con esto del cambio permanente no somos los mismos aunque queramos; y cambiando el receptor, cambia bastante el mensaje recibido.
Bss.
Tordon, qué sorpresa que te detengas en la parte menos amable de la parábola. Creo que si tienes hijos, varios, no se ve injusto. Y si los tienes, también sabrás que los hijos suelen ver injusticias en el trato que los padres les damos porque no acaban de entender que tan injusto es tratar desigualmente a los iguales como igualmente a los desiguales...
Y con Marta y María es verdad que pasa algo similar.
Ellas son distintas y en la vida necesitan para su felicidad cosas distintas.
En este mundo se considera mejor a la gente activista que a la contemplativa, pero Dios no hace esas diferencias, ni otras, porque Él creo y crea continuamente todo.
Bss.
Publicar un comentario