Angelo Silesio, cuyo nombre real era Johannes Sheffler, nació en 1624 en Breslau y murió en la misma ciudad alemana en 1677. Nacido luterano y convertido al catolicismo, su obra principal, el Peregrino Querubínico, la dedica a Dios:
A la sabiduría eterna, Dios, Espejo sin mancha… Luz… pozo inagotable y fuente de toda Sabiduría…
Algunos fragmentos de esta obra:
* ¡Dios mío, qué grande es Dios! ¡Dios mío, qué pequeño es Dios! Pequeño como lo más pequeño, y grande como todo, así ha de ser.
* Dios es un Relámpago brillante y también una Nada oscura que ninguna criatura contempla con su luz.
*Lo que es Dios lo ignoramos. No es la Luz, ni el Espíritu, ni la Verdad, ni la Unidad, ni Uno, ni lo que llaman Divinidad.
No es ni Sabiduría, ni entendimiento, ni Amor, ni Voluntad, ni Bondad,
No es una cosa, ni su contrario
No es un ser, ni una sensibilidad
No es lo que ni tú ni yo ni ninguna otra criatura hayamos sabido jamás
Antes de habernos convertido en lo que Él es.
* Más que el alma en el cuerpo, o la razón en la conciencia, está la esencia de Dios en ti y en tu cabaña.
*Dios está tan cerca de Belcebú como del Serafín: Solo que Belcebú le vuelve la espalda.
*Para encontrar mi fin último y mi primer principio he de profundizar en Dios, y Dios en mí, y convertirme en lo que Él es; he de ser Claridad en la Claridad, he de ser Verbo en el Verbo, Dios en Dios.
*Mucho antes de ser yo, yo era Dios en Dios: puedo, pues, serlo de nuevo, si estoy muerto a mí mismo.*Yo no creo en la muerte, el sabio ya no muere, pues ha muerto ya.
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