viernes, 3 de octubre de 2008

Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia


Explicación de Catalina a su confesor, el Beato Raimundo de Capua, del estado en que se encuentra el alma que ha llegado a la suprema unión con Dios:

El alma que ve su nada y sabe que todo su bien está en el Creador, se abandona tan perfectamente y se sumerge de tal modo en Dios, que toda su actividad a Él se dirige y en Él se ejercita. Ya no quiere salir más del centro donde ha hallado la perfección de la felicidad; y esta unión de amor, que cada día aumenta en ella, la transforma en Dios, por decirlo así, de tal modo, que no puede tener otros pensamientos, ni otros deseos, ni otro amor que Él; pierde todos los recuerdos; nada ve sino en Dios y no se acuerda de sí ni de las criaturas sino en Él. Está como sumergida en un océano, cuyas profundas aguas la cercan. Nada percibe sino lo que hay en esas aguas. Puede ver los objetos exteriores que allí se reflejan; pero los ve en el agua solamente y tales como están en el agua.

Éste es el verdadero y legítimo amor de nosotros mismos y de las criaturas; es el amor que no puede perdernos, porque el alma sigue entonces la voluntad divina: Nada desea y nada hace fuera de Dios.


El mismo Dios le dice a Catalina:

No ames a la criatura fuera de mí, como el que bebe el agua sacando el vaso fuera de la fuente y se le queda vacío sin percatarse. Bebe sin sacar la criatura de la fuente que soy yo, fuente de agua viva.

Carta 52 a Fr. Jerónimo de Siena 1 p.302

jueves, 2 de octubre de 2008

Fiesta de los Ángeles Custodios

Trocito de Cielo

Marcelino Iragui, O.C.D.


ENCUENTRO CON JESÚS

2. Dios te ama

Al visitar a una familia me pidieron bendijera un bebé de pocos días. Comencé dando gracias a Dios, y de pronto me quedé cortado no sabiendo si decir «por este niño» o «por esta niña». Su mamá intervino: «Gracias, Señor, por este trocito de cielo, que Tú me has regalado».

Dios te quiere tanto porque te mira con ojos de madre. No se fija en tu pequeñez, en tus defectos y fallos; sólo ve en ti un trozo de cielo; un reflejo de su propia luz, belleza y bondad. Por eso te asegura Dios: «¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque éstas llagasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada» (Is 49,15s). «Con amor eterno te he amado; por eso he reservado Gracia para ti» (Jer 31,3)

miércoles, 1 de octubre de 2008

Lama Tsongkapa

Lam Rim Chen Mo

LAMA TSONGKAPA

INTERCAMBIAR EL YO POR EL OTRO

El adiestramiento basado en las enseñanzas de Santideva, el hijo de los conquistadores.

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Cualquier alegría mundana que exista

surge de desear la felicidad de los otros.

Cualquier sufrimiento mundano que exista

surge del anhelo por tu propia felicidad.

¿Qué necesidad hay de añadir algo más?

Observa la diferencia entre estos dos:

Las personas corrientes actúan por su propio beneficio

el sabio actúa para el de los demás.

Si no cambias genuinamente

tu propia felicidad por el sufrimiento de los demás

no alcanzarás la budeidad

e incluso en la existencia cíclica, no tendrás alegría.