jueves, 17 de junio de 2010

El descenso y la copa



















(…) Antes nos gustaría reunir todas las imágenes que vienen a girar alrededor del simbolismo del pez, por un lado, gracias al estudio minucioso que hizo Griaule del papel de un pez Senegalés, el siluro Clarias senegalensis, en los mitos de la fecundidad y la procreación, y, por el otro, gracias al isomorfismo ictiológico puesto de manifiesto por Soustelle en la mitología del antiguo México.

El africanista observa que el pez, y generalmente el pez de especie pequeña, es asimilado a la semilla por excelencia, la de la digitaria. Entre los dogones, el siluro es considerado como un feto: «La matriz de la mujer es como una segunda charca en la que se pone el pez», y durante los últimos meses del embarazo el niño “nada” en el cuerpo de su madre. De aquí proviene un ritual de nutrición del feto por los peces consumidos por la madre. La fecundación también es producto del siluro que “se hace una bola” en el útero de la madre; la “pesca del siluro” es comparada con el acto sexual, donde el marido atrae con su sexo. Por lo tanto, el siluro será asociado a todo ritual de la fecundidad, tanto del nacimiento como del renacimiento funerario: el muerto es vestido con ropas (gorro, mordaza bucal) que simbolizan el pez original. (…) Entre los dogones las mujeres utilizaban antaño las clavículas” del siluro como escarpidores y las pinchaban en su pelo como peinetas; así, la mujer era asimilada en su totalidad a un pez: sus orejas adornadas serían los oídos y las perlas rojas que adornan las aletas de su nariz, los ojos; los anzuelos para atrapar al pez eran simbolizados por el anillo fijado al labio inferior de la mujer.

Entre los antiguos mexicanos, por su parte, Soustelle pone de manifiesto un muy notable isomorfismo polarizado en torno al símbolo del pez. El pez se encuentra en relación con el oeste, a la vez país de los muertos, “puerta del misterio”; pero también “Chalchimichuacán”, “el lugar de los peces de piedra preciosa”, o sea, país de la fecundidad en todas sus formas, “lado de la mujer” por excelencia, de la diosa madre. En Michuacán, en el país de los peces se encuentra Tamoanchán, el Jardín Interior irrigado donde reside Xochiquetzal, la Diosa de las Flores y el Amor.

Gilbert Durand: Las estructuras antropológicas del imaginario

1 comentario:

Anónimo dijo...

Michuacán? o Michoacán?